Hablando con la noche...Platicando con el día.

Todo esta listo; la vieja y gran maleta, llena de todo y de nada a la vez. Mas bien repleta de lo necesario o de lo que parece serlo. La habitación será cerrada con la propia esencia, dejando todo en perfecto estado, tal cual siempre se ha deseado, porque nada se debe de mover ni cambiar en este sentido; las fotos, los libros y pseudo pinturas. Se ordena abrir la ventana esporádicamente, para dejar al aire juguetear por ahí y llevarse la humedad y los malos olores. Lo íntimo, lo personal, lo querido ...se deshace en una pequeña hoguera; solo se empacan los recuerdos, porque de ellos no se puede renegar.

Las palabras se han dicho ya, ahora empiezan de otra manera...Y con cada repicar de las campanas, de ese ladrido tan ronco y caluroso, así como la presencia nefasta del ave negra, que hoy parece convertirce en el guía viajero, solo queda mirar al jardín, respirar profundo y despedirse lenta y hasta dolorosamente de cada elemento, de cada cosa, sin importar lo cotidiana que parezca, porque ya no se podrán mirar igual, se extrañarán.

El equipaje espera, las despedidas se acabarón, un ultimo vistazo a todo; la puerta se cierra. Se disfruta cada escalón, lo lizo de la madera del pasamanos, se mira el candelabro que hipnotizaba; se acaricia la mesa de cristal, la mirada se pierde por un momento en el pasillo, se acecha el espejo, se talonean los huecos ladrillos, se aprietan las silletas, de nuevo se vuelve a mirar todo...

Ahora, solo queda cerrar los ojos, esperar a cerrarlos, y confiar en acabar o iniciar con todo, esperando una nueva oportunidad.